La autoesclavitud de complacer
Recientemente he escuchado dos historias curiosamente parecidas. En la primera, una mujer donaba a su marido un riñón para salvarle la vida. Una vez recuperado, éste se enamoró de otra mujer y se fue. En la segunda historia, una mujer soltera de unos cincuenta y pico conoce a un hombre en las redes. Sin hacer(se)...