Beatriz Moreno Psicóloga
El valor de decir “gracias”

Si nos preguntaran dónde estábamos o qué hacíamos el 14 de marzo del 2020, la gran mayoría podríamos responder sin dificultad. Esos primeros días han quedado grabados en nuestro cerebro. Desgraciadamente, el virus no sólo ha arrasado con millones de vidas –entre ellas la de mi padre- , también ha acabado con la estabilidad emocional de media humanidad. Existen ya cifras alarmantes sobre los efectos de la pandemia en la salud mental de los que hemos sobrevivido al bicho, aunque nos haya cambiado la vida para siempre.

Ha sido (y sigue siendo) tan feroz el sufrimiento de este último año, que parece no haber espacio para otros sentimientos. Aunque parezca increíble, algunos expertos señalan que es en situaciones como esta donde afloran nuestras mejores virtudes. Martin Seligman, padre de la psicología positiva (Universidad de Pensilvania), estudió una muestra de casi cinco mil supervivientes de los ataques terroristas del 11-S. Encontró que virtudes como la valentía, el amor, la generosidad, la humildad, la curiosidad por el mundo y la gratitud se acentuaron después de aquel desastre.

¿Qué es la gratitud?

El término gratitud ha sido definido por Seligman como “ser consciente de las cosas buenas que suceden (sin darlas por sentado) y expresarlo”. Agradecer, nos invita a compartir, reconocer y celebrar el valor de lo vivido.

Pero sentirse agradecido (y expresarlo) no solo constituye una gran virtud moral, además posee interesantes beneficios para nuestra salud: ayuda a mantener niveles adecuados de bienestar emocional, facilita el desarrollo de vínculos positivos y favorece el crecimiento postraumático. En definitiva, las personas más agradecidas parecen ser también las más felices.

Es tal el interés clínico de la gratitud que su estudio se ha ampliado a diversos ámbitos donde el sufrimiento humano está presente. En el contexto del final de la vida he observado, por ejemplo, que la angustia ante la muerte puede disminuir si ayudamos a los pacientes a dirigir su atención hacia el sentido y el agradecimiento sincero de determinados eventos vitales.  También atiendo a personas con otras enfermedades mentales, donde la realización de intervenciones centradas en la gratitud está relacionada con una mejoría en las relaciones interpersonales y en la satisfacción con la vida.

Sugerencias para entrenar la gratitud

La gratitud, en definitiva, constituye una virtud asociada a la trascendencia, donde los seres humanos nos conectamos con el universo y otorgamos un significado a nuestra vida. Como cualquier otro recurso, todos podemos entrenarlo y beneficiarnos. Os propongo algunas sugerencias: 1) Empezar el día tomando conciencia de cuanto nos rodea y es susceptible de nuestra gratitud; 2) Centrarnos en lo que tenemos (y no en lo que nos falta); 3) Ser capaces de dar las gracias por las pequeñas cosas (sin darlas por hecho); 4) Sentirla auténticamente y darnos permiso para expresarla; 5) Acabar el día, tomando conciencia de algo vivido que nos haga  sentirnos agradecidos.

Aprovecho la ocasión para agradeceros sinceramente haber dedicado un rato a leer mi blog. Sin vuestro tiempo, no podría disfrutar escribiendo; Gracias también a todos los pacientes, por vuestra confianza; Gracias a los que me queréis; Gracias a los que quiero; Gracias a mi madre, por enseñarme a vivir con gratitud; Gracias a mi padre, por su grandeza; Gracias a mis amigos, por hacerme reír, por escucharme. Gracias a Nari & Fran, por estar a mi lado. Gracias a Luisa, por seguir con nosotros; Gracias a Guillermo y demás educadores de la guardería El Alba: no tengo palabras; Gracias a mi hijo Theo, por llenar mi vida de amor y sentido.